En 1904, el talentoso técnico Henry Royce se reunió con Charles Rolls, el vendedor calumniado, para empezar a comercializar su coche, que ya había sido producido en tres unidades.
Rolls golpeó, tuvo la barbacoa típica del templo diseñado y el Rolls-Royce 10 CV se hundió en la historia del coche.
Rolls ya no presenció el ascenso de su marca, fue el primer británico que murió en un accidente aéreo en 1910. Esto no impidió a Royce entrar en el negocio de los motores de avión a tiempo para la Primera Guerra Mundial, y más tarde construir uno de los motores de pistón de aviones más exitosos jamás construidos con el Rolls-Royce Merlin.
En 1971, Rolls-Royce se vio obligado a declararse en quiebra casi inmediatamente. El gobierno inglés intervino, separó las divisiones de coches y vuelos y vendió la sección de coches a Vickers. Este grupo se separó de Rolls-Royce de nuevo en 1998, siendo BMW superado por Volkswagen.
Lo que VW no sabía es que los derechos de marca pertenecían a la fábrica de motores de aviación. Antes de que se resolviera el asunto, BMW había adquirido los derechos de uso y eliminado uno. Lo que siguió fue un nuevo comienzo bajo la dirección de BMW, y en 2002 el último vehículo abandonó la línea de producción en la antigua sede de Crewe.
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